Cuando se produce un incendio en un edificio, el humo se extiende con gran rapidez de unas zonas a otras. Es importante que los edificios dispongan de las medidas necesarias para evitar esta extensión, y que la calidad del aire interior sea aceptable incluso en tales condiciones extremas. Se conocen dos técnicas para conseguir este efecto: el control pasivo y el control activo del humo. En este artículo, que fue presentado en el Primer Congreso Internacional de Matemáticas en la Ingeniería y Arquitectura, se discuten estas dos técnicas.